10.28.2009

Caretas

mirando la luz de una estrella
aprendo que la vida es bella
y poco me importa si el mundo
me llama careta, careta, careta

Al son de la clave intento evadirme, intento salir volando por la ventana y escapar al vapor agobiante, al olor a cuero rucio de vapores ajenos. Atrapo la canción y me pierdo con ella en ese mundo, mi mundo- no mi mundo que me grita su inexorable verdad.
Volteo a la izquierda, una chico con la N de los yankees virada de medio lado me ve y se sonríe con picardía; a su lado, una muchachita de pelo engominado le agarra la mano y una mirada bordeada de azul eléctrico le reclama la mirada, un minuto después la boca de la chica deja el territorio conquistado con su marca escarchada.

La franela ajustada y el sabor latino, las frases que sobran impresas en escarcha “sexy” la camisa dice soy tu mami mientras el tumbao y la mirada ya lo dejaban claro. Veo la misma muchachita repetida mil veces, hablando del novio del liceo, de la amiguita de al lado, la de adelante desnuda su pecho mientras un pequeño de 3 meses con su gorrita de los yankees la busca con desespero. El carrito luce en el frente una colección de pañitos con el mismo Piolin que tapa la cara del pequeño de gorrita, dos fotos recuerdan quien brindó la decoración del carro. Una mujer en camiseta va de pie, perfectamente maquillada y con uñas con diseños.

Llego al salón de clases, una muñequita de porcelana me besa la mejilla, me acerco al grupo, la conversación del día, manicure, la playa del fin, las trastadas del novio que se escapo de las garras, un desfile de diseños de zara y berska compiten por mi atención. Un cuerpo delgado perfectamente cuidado parece ser la norma, niñas modelo me reafirman que la vida cosmo es posible. Comienza la clase y todavía el olor fuerte de un retoque de manicure me persigue, de repente la chica de falda marrón llega tarde, dejo las llaves dentro del carro. Sin embargo, no todo es tan rosa, a pesar que papá paga todas las comodidades adultas hay espacio para los dramas, una chica llora en silencio al final de la clase.

Voy por las Mercedes, el bus en que iba se varó sin más remedio, tomo la vía hacia Chacaito a pie, la chica de adelante responde el blackberry, de repente bajo el puente el sonido de un arranque sorpresivo la deja sin su oficina movil… la chica comienza a gritar, todos seguimos, una señora habla de la inseguridad, pero al fin nadie puede hacer nada... nuestras palabras de apoyo de nada sirven, sin bien más de uno afirma que cómo se le ocurre, que agradezca no le hicieron nada, seguimos la procesión, la cola está varada, ya llegaremos.

Una niña en el metro saca su espejo y confirma con su labial que esta hermosa, a su lado su madre con unas copas nuevas cheque cuantas miradas despertó hoy, con un polvo compacto la pequeña se espolvorea la cara, luego su madre se retoca la base, una cara de triunfo ante la vida, esconde las ojeras y los ojos llorosos, parece que aquí todos nos construimos nuestra propia careta ante el fracaso. Lo que se supone moda marca una actitud y conversación con tan pocas variaciones que parece clonada, no somos parte del grupo, somos el grupo y cualquier actitud que disienta del mismo no es permitida. Somos un país que se viste de éxito con un celular, silicona y ropa de mall o en su defecto con una camisa que pruebe lo deseable que somos, volteo y todo el mundo sigue comentando la noticia del día la Miss Venezuela que ganó anoche cifra nuevas esperanzas de una nueva y consecutiva corona universal.

Valentina Moreno

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