12.22.2009

Caretas

mirando la luz de una estrella
aprendo que la vida es bella
y poco me importa si el mundo
me llama careta, careta, careta.

Voy escuchando la clave y mientras tanto veo al chico de gorra de los Yankees virada de medio lado, que esta a mi izquierda, a su lado otra pre puber le coquetea con su boca escarchada y los parpados azules, la camisa lo dice todo: soy tu mami, por si habia alguna duda… la loba de Shakira no es casualidad, la cultura latina sabe como explotar lo sexual, yo diría que tan explícitamente que le resta brillo. La pareja es una excepción, a lo largo del bus salo puedo ver a una parte de ella repetida invariablemente con varios niños a su lado, la misma camisa pegada, los mismos parpados azules, pero cada vez con menos esperanza en la mirada.

Ya falta poco para llegar a Caracas, el aire reducido, el calor agobiante y por supuesto la salsa de turno, que después de tanto escucharla llega a hacerte el viaje… si más vivible, los tonos conocidos te hacen sentir un poco menos extraño, y aunque jamás admitiria incorporarlo a mi sontrack citadino no puedo negar que estas canciones resuenan en mi con la fuerza de los años. En el frente los pañitos de caricaturas, que algunos usan para secar el sudor y por supuesto EL equipo de sonido, que garantiza, muy a mi pesar, la potencia de un viaje vivido con sabor latino.

Entro al salón de clases, saludo a una compañera, un cutis perfecto, un buen manicure, conversan largamente sobre como lograrlo… una ropa de princesa y por supuesto una candidez( no es extensiva a todas las áreas) sorprendente, la burbuja de cristal le ha protegido, el mundo más allá del mazda 3 y los limites del río le es ajeno; no es su culpa… más bien tiene suerte. De nuevo miro a mi alrededor y la escena se repite. Si voy al San Ignacio esa noche regresan las barbies pero esta vez de party night. Es divertido, busco mi traje y me disfrazo, esta noche no me preocupa la realidad, me pongo la careta.

Tras la fiesta duermo un buen rato, pero no puedo dejar de pensar en una explicación para esa clonación colectiva y permanente, porque vivir encerrados en una careta, la careta de la chica perfecta, fiel barbie de carne y hueso que exige delgadez y belleza absoluta, que se vale de silicona y mucho gym. La careta de la hembrota que se levanta con suerte al guapeton del barrio. Y los puntos medios que van del timbo al tambo por no conseguir una careta creible, por no entrar en el molde.

Una soledad que se supone propia del adolescente, pero que se repite incesantemente en las fragiles mujeres de 30 que ven en una pareja el secreto del status y la felicidad, no importa cuan bien la trate, o en el otro bando aquellas que en un 5 intento siguen acunando crios para no perder las bondades de una cama viril.

Quiza no haya remedio para esto que llaman sociedad, habrá que ver si será posible la subsistencia sin convertirte en una máscara.



Valentina Moreno

El país reciclado

El país reciclado
Damos vueltas y no entiendo la seña, nos paramos en la esquina a esperar, destellos rojos y azules nos alertan. La policia de Chacao muy bien la esquina pues a unos pocos pasos la el barrio de Bello Monte es una caja de Pandora que expele a buenos y malos en busca de sudores de otros cuerpos, el delirio de la caña y ese jolgorio de país quinceañero que hoy en 2009 brinda caramelos de cianuro menos idealistas.

Miguel, nervioso, mira a todos lados, un chico con un cabello empeñado a golpes en ser rubio y tez morena abre la puerta y se sienta a mi lado; hace la entrega, el maletín del siglo XXI es mucho más discreto, el plástico aguanta todo. El chico me ve de reojo, como relamiéndose con el botín que no es suyo, mientras que, sentada en las piernas de mi guia tengo menos remilgos en la búsqueda de piel.

Las cosas han cambiado en 40 años, las explosiones de encantadores trenes que esparcieron al aire fragmentos de pies y manos; tras el aquí no ha pasado nada y la muerte de Victorino, el nuevo orden se alzó a fuerza de sangre y fuego. Ya nuestro maletín no subvierte nada, pero quizá si contribuye con la causa, le echamos leña al foquito incendiario, a nuestra coca ancestral y a la defensa de nuestra izquierda revolucionaria.

El extraño se baja en el Budare del Este, en busca de una catira o una pelua que calme los truenos que no le dejan hablar con fluidez. El maletín descansa en el bolsillo de la camisa de Miguel y el aire del carro se impregna de polvo mágico, todos ríen y se burlan entre si mientras rodeamos la Plaza Isabel la Cátolica. Vamos a para a Barrabar dónde el ya gastado paquete mantiene el miedo a las sirenas, al menos de esta Delia moderna, porque Miguel hace años que perdió el miedo, el polvo mágico es como red bull “te da alas”. Ahora el riesgo es otro, quizás porque el poder es otro, pero tener una generación embebida de fantasmas y superpoderes no es malo mientras sea lucrativo.

La decadencia de olor a orine es otra, nosotros, herederos, escribimos nuevas historias con nuestros 20 a medio navegar, ya no pisamos las calles rancias, pero la idea del bohemio nos arrastra de bar en bar por un poco de desconcierto, de disociación, paliativo cuando el chico del maletin se hace inaccesible, nuestra ciudad es lo que queramos, la decadencia que nos persigue se parece a Transpoiting y no nos importa, queremos más “realidad virtual”. El sonido de Alfredo Naranjo vuela en el aire rojo y turbio, el cigarrillo hace difuso el espacio, el ron no me basta, yo no tuve polvo blanco y me falta fiesta.

Un poco mareados nos vamos al carro, se acabó la fiesta, de nuevo ronda, el carro viejo pasea sin destino, todos duermen, el martes no hay juerga, recorremos las baldías calles de las Mercedes, El Teatro ya echo a sus vampiros a la calle. Finalmente la Frasca de Toledo nos acoge botella de Whisky mediante, un Red Lebel para cuatro destruye mis sentidos, conforme hablamos de flamenco, arte y devaneos literarios, le huimos al infierno de balas y miseria, rodando como una todo terreno hacia otra parte.